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viernes, 6 de octubre de 2017

Como torrentes el agua...

Como torrentes el agua
por Córdoba se desploma.
Medio Japón en el zoco
bajo el paraguas asoma
ojos de risa perenne.
Rosa mojada que llora
pétalos por la baranda.
Oriente en la foto anota
parámetros de alegría.
Deja que en tu orilla ponga
este mar enamorado.
Cantos de nubes galopan
asediando al minarete.
¡Que llegamos como sopas!,
cúbrenos mezquita, imploro,
selva de arcos protectora.
En el fuste de tus piernas
mi mirada se desborda.
Sacrílego rezo, incrédula,
el que pondría en tu boca,
diles a estos que se marchen,
que se vayan a otra cosa,
bajo el mihrab nos espera
un sotobosque de rosas.

Egabro, la hospitalaria,
de manantiales y olivos,
cuna de la moaxaja
y del negro Juan Latino,
primero de entre su raza
como estudiante admitido.
Egabro, ¡mira ese niño,
con la liebre distraído!
Mitra, ¡dale tregua al toro
que ese niño se ha perdido!,
ese pasaje es de Utrera,
anda y no seas más pillo. 
Ambas, Egabro y Utrera,
son rincones bien queridos.
Por las plazuelas del Cerro
geranios como zarcillos
y en el barrio de la Villa
los adarves de un castillo
y una mezquita barroca
que nos deja sorprendidos
y un paisaje de campiña
por olivos guarnecido.
Cinco almazaras y aroma
por el pueblo al oro líquido.
No olvides, para otro día, 
ir a la Fuente del Río,
y alguna tarde de viernes
en Utrera pastelillos
y algunos juegos de sábanas
para que duermas conmigo.
La vida son estas cosas,
¿para qué echarle más líos?




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